jueves, 24 de octubre de 2013

Capítulo 1: "Back to her own reality".

There's something in a simple hug
That always warms the heart,
It welcomes us back home
And makes it easier to part....
~Johnny Ray Ryder, Jr., "A Simple Hug"

La estación de trenes Grand Central estaba infestada de gente. El verano terminaba, y la gente volvía de sus vacaciones para regresar a la rutina. Los adultos vuelven de la licencia y los jóvenes vuelven a los estudios. Es momento de retomar la vida cotidiana. Dejar atrás el pasado, el color, las playas y la diversión, para vivir la realidad. 

La nostalgia invadió a _______ en el momento en que su pie salió del tren. Tantos recuerdos se colaron a su mente. Todo lo que había sucedido en esa ciudad, todo por lo que había pasado. Se recordó a ella misma, a los escasos trece años, con no más de una pequeña maleta en la mano y el ticket en la otra lista para abordar. Recordó como se arrepintió millones de veces de dar ese paso, considerando que hacerlo lastimaría a la única persona que le importaba. Pero eso iba más allá de ella. Por primera vez había puesto a sí misma sobre los demás. Y una vez dentro del tren, no hubo vuelta atrás. Y ahora volvía a enfrentar la realidad. 

Giró la cabeza varias veces, no para ver si conocía a alguien, ya que cualquier persona relacionada con su infancia probablemente había crecido, cambiado y no la recordara, igual que ella. Sino viendo a la gente al rededor. Por un lado extrañaba a los residentes de Nueva York. Siempre tan apresurados, llegando tarde a todos lados, corriendo de un lado para otro desesperados por lograr subir al tren. Siempre le había causado gracia como la gente de ahí nunca se había parado a ver la belleza del lugar donde habitaban. 

Respiró hondo y comenzó a caminar rumbo a las escaleras mecánicas, con su maleta y su bolso repletos de ropa y otras pertenencias que se le permitía tener en el campus. Cargar ambas maletas estaba haciendo que comenzara a darle calor, considerando que el clima en Nueva York no ayudaba. Al llegar arriba vio el doble de personas que siquiera pensó en ver abajo. Gente despidiéndose, o dándole la bienvenida a otros, algunos perdidos, como ella, uno que otro artista callejero tocando la guitarra en un rincón. Pero no veía la cabellera rubia de su hermano. Recorrió unos cuantos pasos esquivando a la gente. Tanto calor y tanta gente acumulada no es una buena combinación. 

Finalmente vio entre la gente a un rubio tratando de ver por en sima de todas aquellas personas. Lo reconoció al instante. Si bien su cuerpo había cambiado desde la última vez que lo vio a los diez años, su cara seguía siendo muy parecida. Claro que había madurado, en todo sentido, pero esa expresión de dulcera, y esos ojos azules solo podían pertenecerle a él. No pasaron más de diez segundos para que sus ojos se posaran en ella. _______ sonrió tímidamente, y Niall ensanchó su sonrisa de emoción y nostalgia. Él comenzó a caminar a paso apresurado, que rápidamente se convirtió en un leve trote, y ella lo imitó, solo que cargando ambas maletas se le dificultó un poco. 

Al llegar en frente de su hermano, ambas maletas, tanto el bolso que llevaba colgado del hombro como la valija que arrastraba, cayeron en seco a cada uno de sus lados, y la pequeña rubia saltó a los brazos de su hermano, mientras éste le correspondía el abrazo y la giraba conmocionado. Luego de un par de vueltas se dignó a dejarla en el piso, pero aún así no se separó de ella.

-Te extrañé tanto. -Susurró en su oído. Ese era el factor que le faltaba a _______ para largar la primera lágrima. Escuchar la voz de su hermano en persona. 
-Yo también te extrañé. -Eso fue todo lo que pudo decir. Al separarse, ella se limpió las pocas lágrimas que habían resbalado por su mejilla con una sonrisa adornando su cara. 
-Estás enorme… Es decir… La última vez que te vi tenías diez años. Claro que creciste… -Comenzó a divagar. Ella soltó una pequeña risa tímida y él sonrió. -Pero lo que más extrañé fue tu risa. -_______ miró para abajo avergonzada, acto habitual de alguien tímido, y su hermano la volvió a abrazar. -Vamos. -Habló al separarse.

Agarró su bolso, y ella se quedó arrastrando la otra maleta, y salieron rumbo a la calle. Ruidos de autos, bocinas, abucheos, todo volvió a su memoria. Estaba volviendo. Y esperaba que fuera mejor que la última vez. 

Niall paró un taxi con agilidad y se apresuraron a meterse en él antes de que se los sacaran. Con las valijas en el maletero, le indicaron a chofer la dirección del loft de Niall, y partieron para ahí. 

En el camino de vuelta hablaron de trivialidades, como su estadía en Connecticut, los amigos que tenía allá y las clases entre otras cosas. _______ sabía que a Niall le gustaba aún menos que a ella las preguntas personales, por eso se las evitó completamente. Nunca fue una chica muy curiosa.

Al llegar Niall pagó al taxista, y bajaron las cosas frente a una casa de ladrillo al estilo neoyorquino, con una escalera que conducía a la puerta de madera rústica ya bastante vieja. 



-Abajo viven en un apartamento dos chicos que creo que van a la universidad, y en el de en frente un viejo que rara vez sale de su casa. -Le contó a su hermana mientras subían las escaleras de la entrada. -Y el piso de arriba es todo nuestro. -Le sonrió al terminar de subir ambas maletas por si solo.

Al entrar notó que entraba mucha luz acogiendo el ambiente. Había una gran claraboya justo en cima de la puerta. En frente de ella había una escalera, y a su lado un pasillo. Niall optó por la escalera, y _______ supuso que agarrando por el pasillo a la derecha estarían los apartamentos de las personas que su hermano le había comentado. Nuevamente él solo subió ambas maletas por los escalones de madera que crujían levemente al pisarlos, y _______ lo seguía pisándole los talones. Enseguida de terminar la escalera a la derecha había una puerta. Niall dejó ambas maletas en el piso y sacó de su bolsillo un juego de llaves. Abrió ambas cerraduras y entró agarrando el bolso a su paso. La rubia agarró la valija con ruedas y la arrastró dentro del apartamento. 

Su primera impresión es que estaba bastante ordenado. Al entrar había un living-comedor con un juego de sillones en color verde moho de terciopelo ya algo gastados, puestos sobre una alfombra a rayas blanca y negra. Una televisión reposaba frente al sillón más grande, y unos controles conectados a un Play Station 3 reposaban sobre la mesa de café que separaba a los sillones de la televisión. Más al fondo estaba la cocina. Había una barra o desayunador separando la sala de la cocina, y una puerta a la derecha que llevaba a la misma. A la izquierda habían tres ventanas gigantes que iluminaban todo el ambiente y una mesa rectangular para seis personas de madera desgastada debajo. 

-¿Y? ¿Qué te parece? -Preguntó Niall observando a su hermana fascinado de que estuviera ahí, con él. 
-Me encanta. -Respondió ella, sin dejar de analizar todo. Ahora ese era su hogar. Su nuevo hogar. Y aunque iba a costar adaptarse, ya lo sentía lo suficientemente cómodo.

La puerta se abrió de golpe, y ambos hermanos voltearon en dirección a la persona que había entrado. Una chica enteramente vestida de negro entró a la sala despreocupadamente sin notar la presencia de ambos, hasta que notó que un par de maletas obstruían su camino habitual a su cuarto. Se quedó mirando las maletas por unos segundos y luego levantó la vista para ver a dos chicos parados viéndola. Niall la veía con una sonrisa de "disculpa por no avisarte antes", y _______ con genuina sorpresa.

-¿Nicole? -Preguntó la rubia sorprendida. Su hermana la reconoció al instante. El parecido que tenía con Niall era impresionante. Confundirla con alguien más es difícil. 

Su vista vagó nuevamente hacia las valijas, poniendo todas las piezas en conjunto sobre un rompecabezas, y luego volvieron a subir hacia su hermana. Frunció el ceño, se dio media vuelta y salió por la puerta del apartamento. _______ miró sorprendida a su hermano, quien se encogió de hombros pidiendo disculpas de alguna manera. 

Las lágrimas le picaron los ojos. Pero no era momento de llorar. Era momento de perseguir a su hermana y hablar con ella. Salió disparada hacia las escaleras, y alcanzó a verla abrir la puerta de la entrada. Las bajó apresuradamente, agarrándose de la baranda para no tropezarse y caerse y salió a la calle, donde vio a su hermana corriendo de ella. Nuevamente se le hizo un nudo en la garganta. Su hermana estaba huyendo de ella. Su hermana la odiaba. Y estaba en su derecho. Ella la había abandonado, y quién sabe que habrá pasado en ese lapso de tiempo en el que Niall no volvió a casa. Simplemente le asustaba siquiera pensarlo. A la mitad de la calle se rindió. Gritó por última vez su nombre con la esperanza de que se apiadara y volviera, pero no sucedió. Respiró hondo y soltó el aire justo en el momento en el que se daba vuelta para volver a entrar al apartamento.

-¡Cuidado! 


Gritó alguien. Pero ella no llegó a ver quien era. En vez de eso volteó hacia la calle, donde un auto venía directo hacia ella. Pensó en moverse, pero sus pies le fallaron. Y cuando pensó que ya no podría escapar de ser atropellada, sintió que alguien la tiró fuera del camino hacia la acera de en frente, terminando sobre ella. El auto paró unos breves segundos, pero luego siguió su camino como si nada hubiera sucedido. Y ahora ella estaba a salvo, pero con alguien sobre ella. Ese alguien era su salvador. Quien la había salvado de casi ser atropellada. Ese alguien era un chico. Y era hermoso, pensó ella. 

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Hola a todas!! Este es el primer capítulo. Ojalá les guste! Ya Ana me dejó bien en claro que le encantó el prólogo hoy en el colegio y que le encantó el simple hecho de que le haya regalado una novela. También les manda agradecimiento a todas las que les desearon feliz cumpleaños, aunque claro que ella les respondió a algunas. Terminó divino, y dice que muchas gracias de verdad a todas.

De verdad necesito que sean honestas de si les gusta o no esta novela. Es importante, porque es medio cualquier cosa, pero a mí me gustó al idea. En fin, tal vez más adelante necesite otra chica. Porque por ahora solo tengo a dos. A Ana, claro, y a Melody, que es una chica que desde hace pila de tiempo me está pidiendo para ser parte de alguna de mis novelas. Además siempre hablamos y es un amor de persona... Cuando quiere :) Si necesito otra se los voy a hacer saber, porque como dije antes, no se que es lo que va a pasar en la novela, así que no se si vaya o no a necesitar otra chica. 

Laters, babies.

Ju :)

miércoles, 23 de octubre de 2013

Prólogo: Beautiful Life: Zayn Malik y tu.

“… she was also an uncommonly kind woman. She had a way of seeing the beauty in others, even, and perhaps most especially, when that person couldn’t see it in themselves.”

"_______, ¿podés responderme? ¿Qué está sucediendo? Necesito respuestas."

"_______, ¿por qué no me respondés? Necesito que me llames."

"_______, hoy vuelvo a casa. Necesito saber que pasó. Por favor respondeme."

"Por favor decime que no es cierto. No quiero creerlo. Por Dios, ¿por qué no me dijiste antes?"

"_______, necesitamos hablar. Necesito saber si estás bien. Por favor, respondeme el teléfono."


"Okey. Entiendo. Si no querés hablar del tema, no hablamos. Pero preciso escuchar tu voz. Prometo no mencionarlo. Solo quiero hablar contigo. Por favor."


Escapar no es la solución. Nunca lo es. Pero a veces es la opción más viable. Temporánea, claro. Escapar sacia el dolor, te mantiene a salvo, te relaja, pero solo momentáneamente. El tiempo son solo números. Insignificantes. Sin darte cuenta, pasan volando. Y antes de que te des cuenta, estás volviendo. 

Escapar es como soñar. Todo está bien por un tiempo, pero en algún momento hay que despertar, y volver a la realidad. 

Nadie sabe lo que la mañana depara. Y el mundo está lleno de imprevistos. Lo que todo está bien, al segundo puede estar mal, y al minuto peor. Pero la vida es como andar en bicicleta. Para seguir balanceado, hay que seguir pedaleando. 


-Niall, ¿tenés más cerveza? -Preguntó el más pequeño de los cinco.
-¿Disculpá? -Dijo gracioso éste. -¿Nos recordás tu edad, bebé? -El oji-verde se paró del sillón en donde estaba sentado rodando los ojos hasta la cocina en busca de una bebida, no sin antes pegarle en la cabeza al rubio.

Harry Styles. Tiene diecisiete años, y asiste a la escuela secundaria Blue Hill. Su padre es el mejor abogado en toda la gran manzana. Tiene un gran poder adquisitivo, lo que le da gran jerarquía dentro del colegio. Conocido como el gran mujeriego. Al ser considerado como un nene para sus amigos, desarrolló un gusto por las mujeres más grandes que él. Consideraba que de esa manera, si salía con gente mayor, sus amigos finalmente dejarían de considerarlo más chico, aunque la diferencia de edad constara en un año. Veinticuatro, veinticinco, incluso alguna de veintiséis con aspectos más jóvenes era lo que acostumbraba. Pero claro, eso no quiere decir que no le gusten las chicas de su edad.

-Miren como lo cago ahora. -Habló en un susurro el castaño de ojos celestes segundos antes de que Harry saliera de la cocina con una lata de cerveza en la mano. El chico rápidamente le quitó la cerveza de la mano. -Gracias. -Dijo con una sonrisa mientras daba un sorbo. 

Louis Tomlinson. Tiene diecinueve años, pero aún sigue estudiando ya que de chico repitió un año. También va a Blue Hill. A diferencia de Harry, en el caso de Louis es su madre quien aporta la mayor cantidad de dinero a la familia. Es una famosísima diseñadora de modas. Es dueña de la cadena de tiendas de Forever 21, lo que le da a Louis la oportunidad de elegir siempre el regalo perfecto para cuando una chica se enoja con él. Sus padres están separados, y él vive de casa en casa. Por eso prefiere pasar en lo de un amigo, que ir a casa de su padre a escucharlo hablar porquerías de su madre, o viceversa. Es también bastante mujeriego, y suele salir a divertirse cada vez que se le plantea la oportunidad. Es el de las conexiones. Siempre que precisan algo especial, Louis es quien consigue a alguien para que lo haga, ya que tiene conocidos de todo tipo en toda la ciudad que siempre suelen deberle uno que otro favor.

-Devolvémela, puto. -Habló Harry mientras trataba de quitarle la lata de la mano. Al moverla para que él no logre alcanzarla, un poco se volcó un poco de líquido en el piso.
-Están manchando todo, loco. -Se quejó el castaño.

Liam Payne. Tiene dieciocho años, y al igual que los anteriores, estudia en Blue Hill. Sus padres en conjunto son dueños de una cadena de restaurantes elegantes en el Upper East Side. Toda chica que Liam presenta a sus padres es estrictamente denegada por su madre, pero el chico es persistente, y no deja de intentar. Si las chicas no quedan lo suficientemente indignadas luego de conocer a su madre, él debe de romper con ellas de inmediato. La influencia de los padres es muy importante para él. O eso es lo que todo el mundo cree. Sin embargo la verdad se esconde detrás del temor que el chico tiene a enfrentárseles. Es, dentro de todo, el más responsable de los cinco. Es tierno y comprensivo. Y tiene un corazón enorme. Es el de los consejos. Siempre que cualquiera de ellos precisa ayuda, acuden a él. Sin embargo nunca hay nadie que lo ayude a él cuando llega su momento.

-Buenísimo, Zayn. Ahí si que quedó limpio. -Reclamó Liam al moreno, quien desinteresadamente había pasado un pie por la alfombra en donde había caído la cerveza, en un intenso claramente fallido de limpiarla. Éste solo se encogió de hombros y recostándose en el sofá, bebió otro trago de su propia cerveza.

Zayn Malik. Tiene dieciocho años y va a Blue Hill, junto con los demás. Su padre es dueño de un hotel en el Upper East Side. El Palace. Además de tener una empresa que demuele edificios, y reconstruye sobre ellos. Tiene a miles de personas a su mando, sin embargo no hay manera de que pueda controlar a su hijo. No es como si lo intentara, de todas maneras. Es conocido como el chico malo, y misterioso. Nadie suele saber mucho de su vida. Solo saben que es peligroso, misterioso, y asquerosamente rico. Suficiente para atraer a las mujeres. Sin embargo, como no soporta ver a su padre, vive en el hotel. En el penthouse. Es mujeriego, y seductor. Bloquea sus problemas con mujeres y alcohol. Pero siempre manteniéndose al margen. Tiene que mantener una reputación. Un paso en falso y puede ser el fin para el imperio de su padre, y aunque no le desagradaría ver a su padre hundirse junto con su legado, eso significaría que él perdiera lo único y poco que le quedaba. Sin embargo, todas las cosas que hace, todos esos actos de rebeldía, no son más que llamados de atención. Lo único que quiere es que alguien lo escuche y lo entienda. No lo sabe. Pero es lo que más desea en el mundo.

-Son unos pajeros. -Dijo el rubio parándose del reclinable mientras soltaba una carcajada. -Dejen que yo lo limpio.

Niall Horan. Niall es… simplemente Niall. Asiste a Blue Hill, pero no es como el resto de los chicos. Sus padres no tienen ni una marca de ropa, ni una cadena de restaurantes, ni son abogados reconocidos, o tienen un cadena de hotelería. Niall vive en Brooklyn, la parte baja de Nueva York. No es rico, ni tiene ninguno de los lujos con los que sus mejores amigos crecieron. Sin embargo, y por alguna razón que él hasta el día de hoy le parece inexplicable, esos chicos ricos, que pueden tener a cualquier amigo que quieran, lo eligieron a él. Y pudiéndose juntar en las casas más lujosas, con empleados que te abaniquen mientras te dan de comer en la boca, eligieran juntarse en su apartamento, precisamente. Sin embargo no se lo cuestiona. Él está agradecido de pertenecer a un grupo de amigos como ellos, que a pesar de todos sus problemas y conflictos, son maravillosas personas. 

-Nicole, ¿dónde estabas? -Preguntó Niall a la chica que acababa de entrar por la puerta del apartamento. Ella paró en seco y volteó. Se quitó uno de los auriculares de la oreja, y dejó escapar la música extremadamente alta de éste.
-Por ahí. -Respondió sin ganas.
-Definí "por ahí". -Pidió el rubio, cansado del habitual comportamiento de la chica.
-Buscate un diccionario, Niall. -Se volvió a enchufar el auricular y continuó su camino hasta su habitación.

Nicole Horan. Es la hermanita de Niall. Tiene catorce años, y es completamente rebelde. Se le reconoce por usar ropa negra, únicamente. Sus ojos azules suelen ir bordeados de un espeso delineado negro, y sus pestañas llenas de rímel. Los labios siempre pintados de un bordó oscuro, y su cabello rubio teñido de negro azabache. Tiene pecas por toda la cara, lo que le daba armonía, cuando no era así. Escucha puro rock y heavy metal. Casi no suele estar en la casa, y cuando lo hace lo pasa encerrada en su habitación. Tiene un pequeño gran enamoramiento por Zayn desde el momento en que lo vio. Es algo así como su platónico. Y probablemente al único que haga caso, y le importe su opinión.

-Rebelde sin causa… -Se burló Louis dándole un sorbo a su lata de cerveza. Zayn emitió un bufido en forma de risa mientras imitaba el acto de su amigo. Niall se encogió de hombros.
-Al menos regresa a casa. -El celular del rubio comienza a sonar, y con solo ver su cara en la pantalla, se le escapa una sonrisa de esas tan genuinas, que solo ella podía sacarle.

-Rubia. -Atendió el teléfono separándose del resto y caminando hacia la cocina.
-Hola, Niall. -Respondió ella sonriendo. Adoraba los múltiples apodos que Niall solía ponerle.
-¿Cómo andás? -Preguntó el chico sentándose en el mármol de la cosina. 
-Bien. -Respondió.
-¿Cómo estás para el comienzo de clase? -Le preguntó Niall, mientras jugaba con sus pies. Pasaron veinte segundos en los que nadie habló.
-Bien, supongo. 
-¿Pasa algo? -Preguntó el rubio. -Te conozco. -Nuevamente otros veinte segundos insonoros.
-Si. -A Niall se le encogió el corazón, y en menos de un mili segundo millones de ideas retorcidas se cruzaron por su mente. Todo malo, claro. -No voy a seguir en el internado. -Dijo finalmente en un susurro casi inaudible. Pero Niall logró escucharla. Ya estaba acostumbrado a su tono de voz.
-¿Por qué? ¿Pasó algo? ¿A dónde vas a ir? -Preguntó éste apresuradamente sin intervalos para que la chica pudiera responder a sus preguntas. Finalmente se decidió por responder la última pregunta.
-Vuelvo. -Fue todo lo que dijo. Esa única palabra de seis insignificantes letras fue suficiente para que a Niall se le formara la sonrisa más grande que su cara había portado en un tiempo.
-¿A Nueva York? -Preguntó emocionado. Era obvio que sí, pero quería asegurarse. 
-Si. -Respondió ella sonriendo, aunque él no pudiera verla. -Vuelvo a Nueva York. -Confirmó. 
-¿Pero cómo? -Preguntó asombrado. -O sea, no es que no me emocione la idea de que vuelvas. Es más, me encanta. Pero, no entiendo. ¿Simplemente decidiste dejar todo y venirte?
-Te dije que iba a volver cuando estuviera lista. -Respondió con su melodiosa voz. -Y lo estoy, Niall. Estoy lista. 
-Eso es realmente asombroso. No sabés cuanto te extrañé. -Dijo en un suspiro. Es como si cargara con un gran peso en sima, y finalmente se librara de él. 
-Yo también. Mucho. -Hubieron unos segundos en los que ambos se dedicaron a sonreír, aunque ninguno pudiera ver al otro. -Niall…
-¿Si?
-¿Puedo pedirte un favor? -Dijo avergonzada la chica.
-Claro. El que sea. -Niall no paraba de sonreír. Parecía el gato de Alicia en el País de las Maravillas con esa enorme sonrisa.
-¿Puedo quedarme contigo un rato? -Preguntó aún más avergonzada. -Solo hasta que consiga trabajo. Apenas tenga lo suficiente te prometo que me voy.
-De ninguna manera. -A la chica se le encogió el alma. -Vos te quedás en casa conmigo hasta… siempre. -Respondió al ver que no encontraba nada que fuera con la frase. -Y ni se te ocurra trabajar, ¿escuchaste?
-Niall, gracias. Pero de verdad, no quiero ser una molestia…
-Sos mi hermanita. -Respondió Niall antes de que ella prosiguiera. -Nunca sos una molestia. -Ella sonrió.
-Si acepto la propuesta, al menos dejame traer algún ingreso a la casa. Por favor. -Él negó rápidamente, aunque ella no se enterara del acto.
-La tía Harriet nos paga el alquiler del loft y los gastos de la casa. Y con mi empleo puedo conseguir dinero para la comida y el resto de cosas que precisemos. Te aseguro que no va a hacer falta. Y en el caso de que haga, no te lo permitiría. -Ella volvió a sonreír.
-No creo que un trabajo de barman los viernes, sábados y domingos aporte el dinero necesario para mantenerte a vos, más dos hermanas. -Se burló ella, tímidamente. Niall soltó una pequeña carcajada.
-Te sorprendería. -Nuevamente el silencio reinó, mientras ambos sonreían del otro lado de la línea. -¿Cuándo llegás, entonces? -Preguntó el rubio rompiendo el hielo.
-Dos días. 
-¿Dos días? ¿Y esperaste hasta ahora para decirme? -Preguntó gracioso su hermano.
-Estuve ocupada empacando todo. Y arrepintiéndome. Y desempacando. Y arrepintiéndome de desempacar. Y empacando de vuelta.
-Wow…
-Siete veces. -Él rió, contagiándola a su paso.
-En dos días en La Terminal Grand Central. ¿Correcto? -Preguntó para confirmar, sin dejar de reír.
-Sip. 
-Nos vemos, entonces. Después pasaje bien la hora por mensaje de texto.
-Claro. Nos vemos.
-Te amo, _______.
-Yo también te amo, Niall.

_______ Horan. Tiene diecisiete años. Desde los trece que se mudó a Connecticut, a un internado. Es baja de estatura, pero no tanto. Tiene el cabello rubio y largo, por la cadera, con ondas irregulares. Es pequeña y delicada, y así es su personalidad también. Es tímida y reservada. No le gusta hablar sobre ella, prefiere escuchar a los demás, y es algo que le sale bien, al igual que dar consejos. Sus ojos son azules y bien grandes, con unas largas y rizadas pestañas. Ella no se considera linda. Pero tampoco es como si se considerara fea. Para ella, su aspecto es el de cualquier chica de diecisiete años. Pero tiene algo que las demás no. Su actitud tímida y reservada llama la atención de la gente. A simple vista parece alguien normal, pero muchos se sorprenderían de saber el gran secreto que la atormenta. Sin embargo trata de esconderlo lo más que puede. Así que la mayor parte del tiempo se la ve sonriendo, porque cuando alguien ah sufrido tanto, no quiere que nadie se sienta igual, y lo mejor que les puede obsequiar es una sonrisa.